Me tiemblan los pies, aprieto mi puño, llego a mirarte de reojo.
Ambos escapamos al encuentro, es una situación graciosa para todos.
Como si fuéramos niños, como si no nos conociéramos, como si algo nos detuviera, dejamos pasar el momento, una y otra vez.
De momento me miras, y te veo, aun así no nos acercamos, eramos desconocidos.
Fue gracioso verte parado frente a mi, de espaldas.
Señor, me arden las manos.